sábado, 19 de noviembre de 2011

Manual para mentir

Publicado por siluetas en 23:47

La red está llena de consejos para descubrir a los mentirosos. Pero muy pocos o ninguno para aprender a mentir. Y reconozcámoslo: Pasamos más tiempo de nuestra vida intentando mentir que intentando descifrar mentiras.

Frecuentar los Cerros de Úbeda es otra forma de mentir
 Mentir no es malo de por sí. No soy de las que creen en una verdad desnuda y descarnada a cualquier precio. No. Soy periodista y sé que entre lo que llamamos mentira y verdad hay un océano inmenso en el que no todo es malo. De hecho, en ese espacio están los silencios cómplices, las “mentiras piadosas”, los adornos/manipulaciones de la verdad… Mi lema es: Si la verdad va a causar más daño que bien va a aportar, piénsatelo.

Y después están mis favoritos. Los que proclaman a quien quiera escucharlos que “ellos son sinceros ante todo y cueste lo que cueste”. Vete a la mierda tú y tu verdad. Tú lo que eres en realidad es un egoísta sin habilidades para estar en sociedad. Ni siquiera la amistad te otorga una patente de corso para decir todo lo que se te pasa por la cabeza sin filtro. No señor.

Mentir es un arte, que como todos, se puede aprender pero que tiene una parte importante de don. O naces con una gracia especial para mentir o no naces. Si es la segunda opción solo podrás aspirar a ser un buen aficionado, pero no esperes llegar a master. ¿Qué tiene que tener un gran mentiroso? Dos cosas: rapidez mental y memoria de elefante. Si te fallan una de las dos, no sigas, vete al rincón de pensar y escribe 100 veces “Decir mentiras está feo”.

Pero bueno, a lo que íbamos, que me lío. He aquí algunas técnicas que os serán de utilidad.

1. En primer lugar, calibra tus fuerzas. No intentes mentir a un mentiroso profesional. Verá tus técnicas, porque son las que él mismo utiliza, y harás el más espantoso de los ridículos. Lo mismo pasa con los expertos en lenguaje no verbal. Podemos controlar ciertos aspectos, pero no todos. Si viene este hombre y te mira a los ojos, desármate, anda.


2. No adornes demasiado las historias o entrarás en contradicción. Apóyate en una base de verdad y a partir de ahí innova. Por ejemplo, has quedado con alguien que no quieres revelar. Utiliza como apoyo el lugar real donde has estado, y ahí sí que te puedes explayar en los detalles.

3. Lo típico: Empiezas una mentirijillas, ves que se la están creyendo y te flipas. Al final el culebrón es tan complicado y difícil de mantener que la lías. La sencillez es tu amiga y, como en los juicios, no respondas a lo que no te han preguntado, a no ser que seas capaz de hacerlo con naturalidad.

4. Cuidadín con la mirada. Manténla al frente, sin parecer un psicópata medicado, pero firme. No bajes los ojos (sabrán que estás mintiendo) ni mires al cielo (verán que te estás inventando una historia).

5. Lo mismo con las manos. Nada de tocarse el pelo, la nariz, los pendientes, jugar con los anillos… Las manos encima de la mesa, donde yo pueda verlas.

6.  Este consejo es para nivel experto: Duda con los horarios y los lugares (Ejemplo: “Llegué a las 4… mmm… no, eran las 4 y media). Si lo haces bien, le da mucha verosimilitud a la historia.

7. Mentir está feo, lo sabemos. Mentir hace llorar al Niño Jesús. Así que no lo cojas por costumbre. Usa estas técnicas como último recurso y, sobre todo, no te conviertas en un mentiroso compulsivo. Te acabarán cogiendo y perderás toda la credibilidad que te venía de serie. Y de esa no venden recambios, chato.



8. Esta última técnica ya es para masters del universo de la mentira. No lo hagáis en casa sin supervisión de un mayor de edad. Se trata de la variante de mentira que he titulado “hacer-que-la-verdad-parezca-tan-absurda-que-parezca-mentira” —sí, soy la reina poniendo títulos, lo sé—. Supongo que no necesita explicación. Requiere mucho entrenamiento pero además de efectivo, te echas unas risas. Un ejemplo exagerado: Esas mujeres que llegan a casa y, a la pregunta de su marido de dónde han estado, responden: “Zumbando con mi amante”. Y se quedan tan panchas. Y el bueno del marido se parte de la risa con las ocurrencias de su amada esposa. 

Y eso es todo. Pensaba hacer un decálogo pero no se me ocurren más consejos. Una vez más, recordad que todo esto no tiene por qué ser autobiográfico, así que no vengáis con las antorchas a quemarme por bruja todavía.

God natt!

4 comentarios:

Mònica SN on 20 de noviembre de 2011, 17:01 dijo...

Me voy a ir yendo a la mierda mientras aprendo modales sociales. Haciendo propósito de enmienda...

cierzo on 24 de noviembre de 2011, 9:28 dijo...

La 8 la utilizo yo con frecuencia, debe ser que soy bueno mintiendo... bi querful.

siluetas on 24 de noviembre de 2011, 13:07 dijo...

Però pensa que la 8 no anul·la la 1... ;)

cierzo on 24 de noviembre de 2011, 13:58 dijo...

Ja, ja, per això t´ho deia, perque no intentis mentir-me...

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