Dentro de unos años, nadie sabrá la relación entre estas dos fotografías:
Todo un país esperando una llamada. Comprobando que el móvil tenía cobertura cada 10 minutos. ¿Y si Mariano Rajoy me llama para confiarme un ministerio? ¡Y yo con estos pelos! ¿Tengo que hacerme la dura? ¿Decirle que una vicepresidencia o nada? ¿Respondo a la primera llamada o pareceré desesperada? ¿Y si cuelga y se me pasa el turno?
¿Viviamos mejor? |
Yo, tengo que reconocerlo, no tenía muchas esperanzas de recibir esa llamada, más que nada por la fama de roja y separatista que me he ido granjeando con los años, así que la ansiedad no me mató en exceso. Pero conozco la sensación, vaya si la conozco, que bajo este disfraz de femme fatale se esconde la versión femenina de Woody Allen. Y vosotros también, desgraciaos, que anda que no nos hemos pasado horas ante el teléfono fijo de casa esperando LA llamada. Sin poder salir porque no tenías contestador o lo que era peor (Dios, qué tiempos más duros), no había IDENTIFICADOR DE LLAMADAS. Ese invento, a las mujeres, nos dio libertad y nos jodió la vida a partes iguales. En primer lugar porque podíamos ver quién nos había llamado sin necesidad de hacer guardia ante el aparato pero, por otra parte, porque no nos permitía llamar compulsivamente a alguien en tandas de 15 minutos hasta que nos cogiera el teléfono si no queríamos tener una bonita orden de alejamiento. Ahí cambió todo, y el Domo tuvo la culpa. Podíamos filtrar llamadas y también devolver las perdidas con una coartada lógica.
Con él empezó el caos... |
Todo bien hasta aquí. Podíamos controlarlo. Si el teléfono no sonaba, es que no quería saber nada de nosotras. Si no había ninguna llamada perdida en el Domo, a otra cosa, mariposa. Pero la tecnología vendría a hacernos la vida sentimental más difícil y angustiosa. Primero vinieron los teléfonos móviles, el hecho de estar siempre disponible y la certeza de que “si-no-me-lo-coge-es-que-me-odia-o-habré-hecho-algo-mal”. Después vinieron los sms con “confirmación de entrega”. La excusa de “no lo he leído” o “no me ha llegado” pasó a la historia, pero algunos se resistieron a ello y seguían mintiendo.
Porque aceptémoslo de una puñetera vez. Los SMS (y los mails) LLEGAN SIEMPRE. No se pierden en el cosmos ni hay una fuerza superior que los intercepta. ¿Por qué seguimos usando esta excusa? ¿Por qué nadie nos planta cara y nos dice que vayamos a engañar a nuestra prima la del pueblo? Tal vez porque también la utilice en un momento dado.
A partir de aquí la cosa se desmadró. Las “nuevas” tecnologías, que nos prometían hacernos la vida más fácil, destruyeron las relaciones sentimentales. Las mujeres (y los hombres, claro, pero estamos hablando de nosotras) ya no solo teníamos que esperar LA llamada, también podía enviarnos un mail, escribirnos en el muro de Facebook o hablarnos por messenger. Y los smartphones ya nos trajeron el caos completo: también podía enviarnos un whatsapp, dejar un mensaje en talk box (ah no, que es de android y tiene g-talk) o escribir un privado en twitter. Así que, sí, mucha comunicación, pero hemos pasado del “no me llama” a ser potencialmente rechazadas en 10 tecnologías diferentes. ¿Sabéis el desgaste emocional que es comprobar las tres o cuatro cuentas de correo, la personal, la del trabajo, mirar las notificaciones de facebook, el twitter, whatsapp, messenger, aplicaciones varias, teléfono, sms…? Todo para que, en el peor de los casos, estemos “sin noticias de X”.
Aquí ya la liamos parda... |
Pero no acaba aquí la cosa. Todas estas tecnologías tienen una jerarquía aceptada socialmente que cuesta entender, aceptar y aplicar. Tal vez me sienta cómoda para enviar un whatsapp, pero ¿a partir de qué grado de confianza llamo a alguien? Escribir en el timeline de alguien, bien, ¿pero ‘privado’ o SMS? ¿Me pasaré? ¿Me quedaré corta? Si un día nos visitan los extraterrestres entenderán que somos vida inteligente no por nuestros hallazgos científicos, sino por la complejidad de las relaciones humanas aplicadas a las tecnologías.
Agotador, muy agotador. Así que, cuando acabo la ronda de comprobaciones y veo que no hay señales de vida de X, entiendo que tal vez no quiera saber nada de mí. O es que tal vez haya mala cobertura en este bar, no sé, hazme una perdida a ver.